sábado, 5 de abril de 2008

Manifiesto 2x

Los condenados

Estoy condenado a perecer sentado,

A la rutina de no saber que es lo que quiero. De abrir puertas y puertas,

De buscar caminos, de realizar los trabajos mas tediosos. Mirarme en el espejo y sonreír, ante la tristeza de los ojos cansados.

Ante el aburrimiento de los hombros gachos, ante la curvatura de la espalda por el peso gravitatorio.

Estoy condenado a ser una sombra, que no se anima ver la luz. Que huye frente a la valentía.

Que no quiere pecar, por miedo al castigo celestial. Que no quiere explayarse por miedo a la censura.

A vivir sin libertad, para poder vivir tranquilo sin responsabilidad.

Estoy condenado a perecer, a nacer y volver a morir. Estoy condenado a amarte con el corazón apesumbrado por este amor, sabiéndome incapaz de hundirme en la profundidad. Sabiéndome incapaz de liberarme, por el hecho de saberme condenado.


Juntos o Separados

La pausa de los espíritus, como el conteo matemático de los pasos torpes de un baile. El hilo de nuestra vida que se enreda entre los dedos y sobre si mismo, como la serpiente se enrosca. Donde nace la flexibilidad de la mente, muere la limitación del cuerpo. Donde hay educación, hay más que alma, pero hay aun más ignorancia.

Pesado es el momento de entrar en al incertidumbre, como un parapléjico la tarea imposible de pararse y caminar., Dar el paso milagroso, por el cual el resto ya será normal, será cotidiano. Pero antes de de la monotonía, existe la realidad y la cárcel cerebral. Saberse incapaz, saberse parapléjico, saberse minusválido. Saber que no contamos con toda la fuerza del cuerpo, que nos abandona en una silla fría, que nos abandona cuando mas lo necesitamos. Como el suspiro ultimo del moribundo que quiere revelar el mundo en su ultimo instante antes de partir, en una palabra, en un contenido insulso, en cualquier idioma, en una abstracción tan grande incapaz de ser contenida en ese ultimo suspiro; y al fin, al mismo tiempo, siendo ese suspiro aún más grande que todas las bocanadas de aire de nuestra fugaz vida.

Seguimos contando, no los pasos, sino los minutos que nos separan. A uno del otro, los minutos que no existen, pero que son hasta palpables por la tensión que genera esa distancia temporal y física. Espiritual y trascendental.

Seguimos enredándonos como el hilo, como la serpiente, seguimos contando como la pausa de los espíritus, como los pasos perdidos de ese baile, seguimos buscando el suspiro último. El suspiro que abarque el mundo, tu vida y la mía. Juntas o separadas.

The Fool on the Hill


“Mira que pobre amante, incapaz de meterse en una fuente a buscarte un pescadito rojo bajo la ira de gendarmes y niñeras” Julio C.

1 comentario:

SnowY dijo...

Como una inexorable circularidad que nos atrapa, nos envuelve; busca obligarnos a aceptar que la rutina es inevitable, que las sorpresas son meras ilusiones, que maravillarse por el mundo circundante es tarea imposible.

Que los ciclos existen y seguirán existiendo es cierto. Pero de allí a despojarnos de toda clase de sensación de alegría frente al descubrimiento de lo nuevo, hay un abismo infinito. Porque el mundo es una cajita de sorpresas, para bien o para mal, para bien y para mal.

La intrínseca paradoja de la sencillez y la complejidad del mundo es clara demostración de cuánto hay por descubrir, de cuántas cosas se quedan fuera de nuestro alcance, de cuánto hay alrededor para conocer...

Somos un grando de arena en un desierto y, simultáneamente (eso es lo más loco), un universo entero... Somos la nada y el todo. ¿Siempre dependiendo del sistema de referencia? Quizás no... Quizás sólo digamos lo de los puntos de vista para no crear conflictos... Pero la realidad es que somos un conflicto, un dilema, un problema que se va resolviendo y complicando tras los años...

La vida es tan tan tan linda.
¿Por qué no disfrutarla?

Manifiesto Dadá.
Escuché sobre ese movimiento de postguerra por primera vez en el colegio (sí, a pesar de todo, algo aprendí en el colegio). Y lo adoré. El simple hecho del sinsentido me cautivó. Y recibieron tantas críticas... Bah, como todo. El ser humano mediocre sólo sabe criticar destructivamente.

Leí los post anteriores y en cuanto a la temática de la juventud actual, estoy totalmente de acuerdo. Es increíble que uno tenga que aguantar nubes de nicotina, romperse los tímpanos, navegar entre mares de gente y transpiración, evadir las masas de chicos buscando goce en un acto que llaman erróneamente "besarse", todo eso (y más - todo un combo) sólo porque a uno sí le gusta bailar...

¿Cuál es la solución?
¿Cómo erradicar estas actitudes tan vacuas, tan estúpidas, tan alejadas de lo sano, de lo feliz?
Te dicen "No te metas".
Pero, ¿cómo no sentir ganas de meterte cuando ves que este mundo (NUESTRO MUNDO) se está yendo al reverendo demonio?


Y, aún así, una suerte de débil optimisto se cuela y me hace pensar que tal vez, sólo tal vez, sí se pueda cambiar...

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SnowY


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